El Flamenco en el Franquismo

Cuando estalló la Guerra Civil, el Flamenco vivió uno de sus momentos más oscuros. Muchos artistas importantes murieron, se exiliaron se silenciaron por el régimen, ya que una gran parte del mundo flamenco simpatizaba con la República, al entender que defendía al pueblo, cuna natural de esta música.

Durante la posguerra y los primeros años del franquismo, el régimen marginó al Flamenco. Las autoridades del régimen desconfiaban de su mensaje y no sabían si podría despertar conciencias. La falta de referentes, junto a la censura y el miedo, provocaron un retraso importante en su evolución.

Sin embargo, con el tiempo, el Flamenco fue adoptado por el mismo régimen como un símbolo nacional para mostrar al extranjero una imagen «típica» de España. Esto trajo un gran crecimiento a nivel internacional de nuestra música, pero también perjudicó a los artistas, a los que se les obligaba a actuar para altos cargos, empresarios o en actos oficiales, sin libertad ni reconocimiento real.

Aun así, desde los años 60 hasta la Transición, surgió una generación valiente que devolvió al Flamenco su esencia rebelde. Figuras como Lole y Manuel, Enrique Morente, El Lebrijano o Camarón de la Isla (más tarde) rompieron con lo impuesto, componiendo letras cargadas de crítica social, y devolviendo el cante al sitio donde nació y el motivo por el que lo hizo.

Al igual que dije en la anterior entrega de La Ópera Flamenca, en futuras entradas hablaré de estos artistas tan importantes que marcaron nuestra historia (sobre todo Camarón de la Isla, el Dios de los Flamencos)

¡Feliz día, flamencos!

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